En esta situación excepcional en la que estamos, nuestros mayores constituyen uno de los
grupos de mayor riesgo. El confinamiento forzoso y prolongado les puede provocar un
empeoramiento de su salud física y mental.
En un trabajo reciente publicado en The Lancet (www.thelancet.com), investigadores del King’college de Londres, realizaron una revisión acerca de los efectos psicológicos provocados por el aislamiento obligatorio. Así podemos afirmar que no solo nos enfrentamos a efectos psicológicos, también físicos. Las personas mayores necesitan salir, caminar, moverse, porque si no, su deterioro físico y psicológico puede acelerarse.
¿Como podemos ayudarles?
En primer lugar con una información fiable y limitada: Explicarles la situación de manera clara y realista, sin alarmismos. Incidir en que se trata de una situación temporal, que pasará.
Es muy importante mantener una actitud positiva, recordarles que ellos han
superado muchos obstáculos a lo largo de la vida, y lo lograron. Hablar de ello.
Mantener unas rutinas. Un horario, donde incluyamos tiempo para el aseo,
para pasear, para comer, para hablar, etc. Porque esta rutina les ayudará emocional y físicamente.
Es muy importante realizar ejercicio, adaptado a su estado físico, unos tendrán que caminar, otros podrán utilizar una bicicleta estática, realizar pequeños ejercicios, etc.
Es cierto que hay que guardar una distancia física, por eso es muy importante priorizar la comunicación, procurar que las personas mayores se encuentren acompañados, llamarles por teléfono, realizar vídeo llamadas, es el mejor desempeño que podemos hacer de las nuevas tecnologías.
La personas somos seres sociales
Dependemos unos de otros. Las estrictas medidas de aislamiento conllevan la ausencia o disminución de nuestras interacciones sociales, lo que puede influir en nuestra salud física y mental.
Esta pandemia pone en primera línea nuestro compromiso en el cuidado de los demás y en especial de nuestros mayores.